En la
reseña que el National Center for Science
Education hizo de Explore Evolution
(EE), cataloga a este libro como “incoherente”,
“profundamente confuso,” y afirma que “malinterpreta de forma significativa”
los datos. (1) Pero esto parece ser simplemente retórica agresiva: el NCSE cita
papers que ejemplifican grados insignificantes de evolución y cuando uno los lee
cuidadosamente, termina reconociendo los argumentos de EE acerca de los costos de aptitud biológica (fitness) asociados a
la resistencia a los antibióticos. En lo que concierne al debate acerca de la
resistencia a antibióticos, la refutación del NCSE contiene declaraciones
erróneas acerca de EE y los datos.
Además, hace múltiples aserciones acerca del texto de EE que simplemente no son verdad, algunas de las cuales son
auto-contradictorias.
Un error
corriente en la respuesta del NCSE es que acusa a EE de cometer la falacia lógica del Término Medio No Distribuido. Se comete esta falacia cuando se
argumenta de la siguiente manera: “Mi perro es rojo, por consiguiente todos los perros son rojos”.
Obviamente, por el hecho de que uno observe un perro rojo, o incluso muchos
perros rojos, eso no quiere decir que todos los perros sean rojos. Debería ser
injusto también que por el hecho de que uno diga “el perro de mi vecino es
rojo”, sea acusado de haber afirmado que “todos los perros son rojos”. La NCSE
representa de una forma errónea a EE
haciendo declaraciones absolutistas y falsas cuando de hecho los argumentos de EE son mucho más cuidadosos de lo que
sugiere el NSCE.
A. El NCSE plantea que de acuerdo con EE, “la resistencia a antibióticos
implica solo la selección de variabilidad preexistente” sin el requerimiento de
mutaciones, pero el NCSE tuerce a EE
en este punto.
El NCSE
alega que de acuerdo con EE, “la
resistencia a antibióticos involucra solo la selección de variabilidad
preexistente”. Este es el primer ejemplo en el cual el NCSE acusa
equivocadamente a EE de cometer la
falacia del Término Medio No Distribuido:
EE nunca hace esta generalización
absoluta, sino que de hecho el mismo texto reconoce explícitamente que las
mutaciones generan variabilidad:
Para el caso de aquellas mutaciones que produzcan la materia prima sobre la cual la selección podría operar, se requieren dos cosas. Primero, las ‘mutaciones’ deben ser viables (esto es, capaces de sobrevivir y capaces de reproducirse). Segundo, las mutaciones deben ser heredables. (EE, p. 101)
En otra
sección relacionada con la resistencia a antibióticos donde EE describe al “Escenario neo-Darwiniano
de las mutaciones,” el texto del libro explica que “las mutaciones en el ADN, en
algunos casos, logran modificar este programa. Como consecuencia, los
descendientes pueden contar con estructuras modificadas que son similares —pero
no idénticas— a las de sus parientes,” declarando explícitamente que, “La
segunda manera en la que las bacterias se vuelven resistentes a antibióticos es
a través de las mutaciones… En pocas generaciones, surge una nueva cepa
resistente a antibióticos. Y las mutaciones han sido la clave en este caso.”
(p. 100) EE claramente dice (como
debe) que las mutaciones son un componente vital en el proceso de resistencia a
antibióticos, para el cual estas proveen del material crudo sobre el cual la
selección puede actuar.
Después el
NCSE admite que “Explore Evolution
afirma que las mutaciones confieren resistencia a antibióticos con un ‘costo de
aptitud’ implicado”. ¿Y esto? O reconocemos que
EE implica a las mutaciones en
la resistencia a antibióticos, o no lo hacemos. Sí, estamos al tanto de su
respuesta, pero no encontramos nada valorable en el hecho de que el NCSE se
auto-contradiga, y que las presuposiciones del NCSE refuten nuestros
argumentos, representando equivocadamente a EE
por medio de la acusación falsa de que el libro de texto expresa que la
resistencia a antibióticos es “solo selección”. De alguna manera el NCSE manipuló
desacertadamente la extensa discusión que existe en el libro acerca de la
importancia de las mutaciones.
Posterior
a esto, el NCSE se enrola en una larga discusión que trata sobre la historia de
los mecanismos de resistencia a antibióticos. Aunque con eso el NCSE solo
intenta tapar su falta de comprensión acerca del proceso, la cobertura que hace
EE de la resistencia a antibióticos está
completamente de acuerdo con tal discusión, excepto en el hecho de que EE, debido a que fue escrito y destinado
para cierta audiencia, solo cubre a ciertos tipos de mecanismos que explican la
resistencia a antibióticos. Sin embargo, esto no significa que EE esté cometiendo la falacia del Término Medio No Distribuido y
argumentando que estos sean los únicos mecanismos de resistencia.
Los datos
citados por el NCSE son consistentes con la observación que se hace en EE de que los genes para la resistencia
bacteriana a los antibióticos pueden preexistir en las poblaciones de bacterias
antes de que sea introducido el componente antibiótico. Esperamos que el NCSE
vea y reconozca la falacia de su planteo: El hecho de que EE remarque de que esos genes pueden pre-existir en una población
no implica que EE este diciendo que
la resistencia a antibióticos “no se desarrolla a través de las mutaciones” o que
EE afirme que “la resistencia a
antibióticos es solo selección de variabilidad preexistente.” El NCSE pone
palabras en boca de EE que el libro
de texto jamás expresa.
B. Cuando critica a EE sobre sus conclusiones acerca de la
resistencia a antibióticos, la NCSE cita ejemplos de evolución que no tienen
nada que ver con la resistencia a antibióticos —y de hecho, estos papers le dan
sustento a los argumentos de EE
respecto a la naturaleza trivial de las mutaciones viables.
En una
sección en la que intenta refutar a EE
con respecto a la resistencia a antibióticos, el NCSE contempla que EE se olvida de mencionar a las
mutaciones en los elementos de la regulación cis (CREs), que son tramos de ADN
muy próximos a los genes y que ayudan en el control de la expresión
génica. El NCSE se sustenta en gran
medida en un paper de Prud’Homme et al.
(2007) (2) el cual no tiene nada que ver con la resistencia a antibióticos, y
de hecho ejemplifica ciertos tipos triviales de evolución que terminan
reforzando a las observaciones hechas por EE
de que las mutaciones viables o ventajosas tienden a producir efectos
morfológicos minúsculos o triviales. Como adicional, no está de más mencionar
que los argumentos de Prud’Homme et al.
(2007) han sido crudamente criticados y refutados por científicos evolucionistas
reconocidos.
El NCSE
afirma que Prud’Homme et al. (2007)
demuestra que “las mutaciones en los elementos de regulación cis (CREs)… tienen
poco costo de aptitud y son consideradas por muchos biólogos evolucionistas por
su gran potencial para generar cambio evolutivo.” Al lado del hecho de que
existen buenas razones para esperar costos de aptitud de aquellas mutaciones
que afectan al control de la expresión génica (esto se va a discutir más
adelante, en la sección F), la implicación que viene por detrás del NCSE es que
los costos de aptitud no son factores importantes a considerar en la
evolución. Como ocurre con frecuencia
con los Darwinistas, el diablo se encuentra en las referencias que ellos hacen:
una correcta lectura de Prud’Homme et al.
(2007) demuestra que el paper confirma los argumentos de EE.
Prud’Homme
et al. (2007) encontró que los CREs
pueden influenciar la evolución sin que ello implique costos de aptitud, pero
el tipo de evolución reportado fue trivial: todo lo que se observó fue un
cambio de coloración en las alas de la mosca de la fruta. Bien por ello; el
primer ejemplo de evolución genética que cita el NCSE tiene que ver con cambios
en los patrones de coloración en la mosca de la fruta. Este es el mejor ejemplo
de evolución al que los Darwinistas recurren, así que no es de asombrarse que
muchos científicos se estén volviendo escépticos con respecto a los planteos de
la evolución neo-Darwiniana.
Nada de la
evolución observada en Prud’Homme et al.
(2007) fue en respuesta a insecticidas o a algún otro factor asociado al
control de plagas, y de hecho el paper no explica por qué el cambio en los
patrones de coloración debería proveer alguna ventaja evolutiva. De allí que, a
pesar de este ejemplo que no tiene relación alguna con la selección adaptativa,
pocos escépticos del darwinismo se verían sorprendidos por la evolución a
pequeña escala de nuevos caracteres tales como patrones de coloración en las
alas de ciertos insectos; es común observar en la naturaleza patrones diversos
en la coloración entre especies muy emparentadas.
Son pocos
los que buscan saber cómo funciona un auto haciendo una averiguación sobre el
color del que está pintado el mismo. Pero justamente es hacia donde están
enfocados los estudios acerca del color de las alas. Qué hubiese sido más
impresionante para aquellos que piensan críticamente sobre el neo-Darwinismo si
el NCSE hubiese elaborado un paper explicando en primer lugar cómo es que las
alas pudieron evolucionar, y no simplemente cómo ciertas mutaciones pueden
cambiar meros patrones de coloración en las alas de los insectos. EE
investiga una cuestión lejanamente más importante, es a saber, que las mutaciones
se enfrentan a un dilema en donde “Las grandes mutaciones no son viables; las
mutaciones viables no son tan ‘grandes’”. Como EE establece en sus páginas:
Los detractores del argumento de las mutaciones plantean que estos ejemplos típicos de libros de texto responden a un tipo de clausula 22. Las mutaciones pequeñas y limitadas (como aquellas que producen resistencia a los antibióticos) pueden ser beneficiosas en ciertos ambientes, pero no producen el cambio suficiente como para generar nuevas formas de vida. Son las mutaciones de mayor magnitud las que fundamentalmente pueden alterar la estructura y anatomía animal, pero las tales siempre suelen ser nocivas o directamente letales. (p. 106).
Difícilmente
los cambios simples en el color de las alas lleguen a ser suficientes como para
argüir que las mutaciones producen “nuevas formas de vida”. De allí que, en
cualquier caso, el paper confirma los argumentos de EE demostrando que las mutaciones viables tienden a ser de magnitud
pequeña y “no producen el cambio suficiente como para generar nuevas formas de
vida”. De forma reveladora, no existe evidencia de que tales mutaciones puedan
producir cambios mayores que los producidos por el NCSE en sus citas y
referencias.
De hecho,
Prud’Homme et al. (2007) confirma que
las mutaciones que cambian la secuencia de aminoácidos en una proteína
frecuente traen incluido un costo elevado de aptitud, tal como EE argumenta:
En teoría, la pérdida de un patrón de pigmentación particular pude ocurrir por la pérdida de la expresión génica de la pigmentación o la ruptura de aquellas funciones proteicas a través de mutaciones en la secuencia que las codifica. Sin embargo, el último tipo de cambios genéticos tendría efectos colaterales substanciales, afectando a todos los patrones de pigmentación y otros procesos en los cuales estas proteínas están involucradas. Muchas proteínas de pigmentación de la mosca también participan en la formación de la cutícula y en el metabolismo de la dopamina, un neurotransmisor esencial, y los mutantes amarillos de D. melanogaster son notables por su poco éxito en el apareamiento (37, 40-42). Por lo tanto, es poco probable que la pérdida de la pigmentación vía cambios en las secuencias codificadoras sea tolerada por la selección natural, debido a que su costo de aptitud biológica también es elevado.
Mientras
que las mutaciones en la secuencia que codifica las proteínas tienden implican
un cierto costo de aptitud, otros biólogos evolutivos han observado que las
mutaciones en los CREs no producen cambio evolutivo significativo. En un Review
redactado por Hopi E. Hoekstra y Jerry Coyne, “The Locus of Evolution: Evo Devo and the Genetics of Adaptation,”
publicado en 2007 en la revista Evolution,
se ofrece una potencial refutación a los argumentos pro “evo-devo” basados en
los cambios en los CREs:
Uno de los dogmas importantes de la biología evolutiva del desarrollo (“evo devo”) es que las mutaciones adaptativas que afectan la morfología probablemente ocurren con más frecuencia en las regiones de regulación cis que en las regiones génicas que codifican las proteínas. Este argumento se sustenta en dos pilares: (1) la naturaleza modular de los elementos de la regulación cis los hace libres de los efectos pleiotropicos deletéreos, y (2) un cuerpo notable de evidencia empírica parece sustentar el rol predominante que tendría la regulación génica en la adaptación, esencialmente en la adaptación morfológica. En este trabajo nosotros discutimos y criticamos a estas aserciones. Demostramos primero que no existe base empírica ni teorética para el planteo de que las adaptaciones implicadas en la morfología evolucionaron por mecanismos diferentes a aquellos implicados en la fisiología y otros rasgos. […] Los estudios en genómica le proveen de muy poco sustento a la teoría de la regulación cis […]. (3)
Significativamente,
los autores arguyen de que el caso de la evolución via regulación cis es débil:
"La defensa del planteo evo devo de que los
cambios en la regulación cis son responsables de las innovaciones morfológicas
necesita demostrar que los promotores son importantes en la evolución de los
rasgos nuevos, no sólo en la pérdida de los antiguos." El artículo
concluye, “el entusiasmo ‘evo devo’ por las modificaciones en los elementos de
la regulación cis es prematuro e infundado. No existe evidencia en el
presente de que cambios en la regulación cis jueguen un rol significativo
—mucho menos uno preeminente— en la evolución adaptativa”.
Hoekstra y
Coyne en lugar de ello sugieren que la evolución genética ocurre principalmente
dentro de las secuencias que codifican las proteínas, no en las secuencias
reguladoras. Pero Prud’Homme et al.
(2007) ha dejado claro que las mutaciones en la secuencia codificadora de las
proteínas se enfrentan, dicho en sus propias palabras, a un “costo de aptitud”.
Reunidos en conjunto, ambos papers llegan parcialmente a las mismas
conclusiones que EE: las mutaciones
que causan efectos fenotípicos importantes (como aquellas que se dan en la
secuencia codificadora de proteínas) tienden a ser perjudiciales, y las mutaciones
que no son perjudiciales (como aquellas que se dan en las regiones de
regulación) tienden a no generar ningún efecto fenotípico significativo. (No
obstante, las mutaciones en las regiones reguladoras probablemente conllevan
costos de aptitud significativos, tal como lo discutiremos en la Sección F). El
NCSE no ha provisto evidencia de mutaciones que sean tanto significativas (de
gran magnitud) como viables.
Prud’Homme
et al. (2007) hace una observación
final que corrobora el texto de EE,
cuando el artículo afirma: “Si un CRE funcional fuera a evolucionar a partir de
ADN nativo, la ruta evolutiva para adquirir todos los sitios de unión de
factores de transcripción, en una disposición funcional, debería ser
relativamente corta, y es difícil de ver cómo la selección podría favorecer a
los intermediarios”. Esto corrobora la afirmación de EE de que las secuencias genéticas funcionales intermediarias son
difíciles de imaginar. Para evitar este escollo, Prud’Homme et al. (2007) sugiere que los CREs evolucionaron
a partir de CREs preexistentes que ya eran funcionales. Por supuesto, esto nos
deja una pregunta globalmente importante: ¿A partir de qué CREs funcionales
evolucionaron en primer lugar? Al anoticiarse uno de la dificultad de la
generación de novo de CREs, este
paper vuelve a corroborar un punto fundamental plateado por EE: “¿De dónde procede la información
biológica novedosa? Los críticos del neo-Darwinismo coinciden en que la teoría
evolutiva contemporánea no tiene una respuesta adecuada para esta pregunta”.
(p. 94)
La NCSE se
queja de que “Explore Evolution no
hace mención de las mutaciones en los elementos de regulación cis,” pero como
hemos visto, EE no pierde tiempo en
discutir cierta categoría de cambios a pequeña escala producidos por aquellas
mutaciones que caracterizan a las mutaciones en los CREs. Además, EE no está interesada en discutir
mecanismos de evolución por mutaciones acerca de los cuales los principales
biólogos evolutivos andan diciendo: “No existe evidencia en el presente de que
cambios en la regulación cis jueguen un rol significativo —mucho menos uno preeminente—
en la evolución adaptativa”.
Autores: Casey Luskin. Es abogado, con estudios de postgrado en ciencia y leyes. Obtuvo su B.S. y M.S. en Ciencias de la Tierra de la Universidad de California en San Diego. Su Licenciatura en Derecho la obtuvo en la misma universidad. Trabaja en el Discovery Institute como Coordinador del Center for Science and Culture. Anteriormente, realizó una investigación geológica en la Scripps Institution for Oceanography (1997-2002).
Ralph Seelke: Obtuvo un
BS de Clemson University en 1973. Graduado de University of Minnesota y Mayo
Graduate School of Medicine, con un Ph. D en Microbiología. Actualmente trabaja
como profesor de Biología en University of Wisconsin-Superior.
Traducción: Daniel Alonso. Estudia Licenciatura Ciencias Biológicas en UNT (Universidad Nacional de Tucumán), Argentina.
REFERENCIAS:
(1) National Center for
Science Education. 2008. Sección "Bacteria" en la reseña del NCSE acerca de Explore Evolution. Disponible en http://ncse.com/creationism/analysis/bacteria, 16 de Enero de
2009.
(2) Benjamin Prud'homme, Nicolas Gompel, y
Sean B. Carroll, "Emerging principles of regulatory evolution," Proceedings
of the National Academy of Sciences, USA, Vol. 104:8605-8612 (15 de Mayo de
2007).
(3) Hopi E. Hoekstra y
Jerry A. Coyne, "The Locus of Evolution: Evo Devo and the Genetics of
Adaptation," Evolution, Vol. 61-5: 995--1016 (2007).
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