Los genes de novo: La explicación evolutiva.
Las células tienen una capacidad de adaptación notable.
Estas pueden determinar con precisión cuáles segmentos del genoma deben
copiarse para su uso en la célula. Pueden
editar y regular esas copias de ADN de acuerdo a sus necesidades. E incluso
pueden modificar el propio ADN, a través de mutaciones adaptativas, para
acomodarse a las presiones ambientales. Y además de estos ejemplos, las células
pueden crear genes completamente nuevos, de
novo, en un instante evolutivo. Esta es otra capacidad biológica que revela
la debilidad científica de la teoría evolutiva.
Una aparente gen de novo es el T-urf13 que se encuentra
en ciertas variedades de maíz. El T-urf13 no se encuentra en el genoma nuclear,
sino más bien en el mitocondrial. La mitocondria es la planta de energía de la
célula que produce adenosín trifosfato (ATP) —la unidad básica de energía
química.
Al igual que una presa que está llena de agua, las
mitocondrias están llenas de protones. Y así como el agua que fluye a través de
la presa hace girar una turbina para producir electricidad, los protones que fluyen
a través de una membrana mitocondrial hacen girar una turbina molecular para
producir energía química en forma de ATP. Esta turbina molecular, conocida como
ATP sintasa, es uno de los muchos tipos de proteínas transmembrana—proteínas
que están incrustadas de tal forma que atraviesan la membrana celular.
El gen T-urf13 produce otra proteína transmembrana, la
URF13. Múltiples copias juntas del grupo URF13 proporcionan un canal que
atraviesa la membrana para permitir el paso de las moléculas hidrofílicas. El
canal URF13 normalmente se encuentra cerrado y se abre sólo cuando ciertas
moléculas se unen a la parte exterior de la canal. (Sí, es un diseño
complicado.) La molécula de unión sirve para alterar la estructura de la URF13
a fin de abrir el canal de la manera correcta. Desafortunadamente, las toxinas
de ciertos hongos patógenos también se unen y abren el canal URF13. Esto causa
estragos; resulta igual que hacer agujeros en un dique.
Este problema surgió hace aproximadamente cuarenta años,
y desde entonces hemos aprendido mucho sobre el gen T-urf13. Se encuentra en un
solo linaje de maíz y parece haber surgido rápidamente. Una pequeña parte del
gen (aproximadamente 15%) es muy similar a una pequeña región de un gen
diferente en el mismo genoma mitocondrial. Este gen paralelo no codifica
ninguna proteína, sino más bien un ARN ribosómico. La mayor parte del resto del
gen T-urf13 es bastante similar a una secuencia de flanco [flanking sequence] justo
en las afueras de ese mismo gen de ARN ribosómico. Finalmente, hay un pequeño
segmento del gen T-urf13 que tiene coincidencias en el genoma mitocondrial en
otros lugares.
Parece que T-urf13 es un gen de novo, habiendo sido
fabricado principalmente a partir de dos segmentos o alrededor de un gen de ARN
ribosómico. Es intrigante el motivo por el cual los segmentos asociados a un
gen de ARN se combinarían para formar un gen codificante de proteína. Es una
muestra más de la fascinante capacidad de reutilización, mezcla y combinación
que parece estar integrado a la ingeniería celular.
Los evolucionistas, que ven la biología como un juego de
bingo, no lo consideran así. Ellos concluyen sorprendentemente que el gen
T-urf13, el cual produce una proteína increíblemente compleja, surgió por
casualidad y al azar.
Su idea es que ciertos reordenamientos genómicos
espontáneos y ciegos pueden producir nuevos segmentos de ADN codificante de
proteínas sobre una base regular. Y de vez en cuando, incluso, un proceso ciego
encuentra una maravilla como el T-urf13. ¿Esto no parece, acaso, sugerir que todo
el genoma es una fuente de genes de novo? Según este pensar, la evolución ha
creado genomas compuestos por miles de millones de nucleótidos, y estos segmentos
de ADN se convierten a su vez en fuentes de genes futuros.
Sólo hay un problema: la idea tiene poco sentido
científico. Una secuencia de ADN de bases aleatoriamente distribuidas y de la
longitud de la totalidad del genoma de maíz no contiene un solo gen que
probablemente llegue a codificar para un gen funcional. Por ejemplo, un estudio
reportó que se necesitaban más de un millón de millones de secuencias
aleatorias para encontrar una sola proteína funcional. En ese estudio, no sólo
que la proteína era más corta que el URF13 (URF13 es 50% más larga y las
probabilidades disminuyen rápidamente con la longitud), sino que aquello que
calificó como "función" era bastante modesto (una leve unión al ATP
se definió como función lo cual en comparación con el canal URF13, es como un
triciclo frente a un avión de pasajeros).
Puede que no seamos capaces de calcular con precisión
cual es la probabilidad de que funcione la explicación de la evolución de los
genes de novo, como el T-urf13, pero sí sabemos que tales probabilidades no son
muy favorables.
¿Cuáles son las
posibilidades?
Hemos estado discutiendo sobre gen de novo T-urf13, que se encuentra en el genoma mitocondrial de
determinadas variedades de maíz. Los lectores se preguntarán sobre el planteo evolucionista
de que el gen surgió a través de la evolución ciega, y en particular sobre el
rol de las mutaciones. Vamos a echar un vistazo.
En primer lugar, el marco de tiempo en el que surgió
T-urf13 es demasiado corto para que ocurran aquellas mutaciones que jueguen un
papel importante. La explicación evolutiva es que secuencias de ADN existente en el genoma mitocondrial del
maíz y que no codifica para proteínas, proporciono la materia prima para el
nuevo gen codificante T-urf13.
Bajo el marco teórico de la evolución, no se supone que estas
secuencias de ADN llevarían un estrato pre-planificado de información para la codificación
de proteínas. No obstante, tales estratos o capas de información son comunes.
Por ejemplo, en un sistema de comunicación es posible transmitir múltiples
mensajes simultáneamente; un solo cable podría transmitir varias conversaciones
telefónicas o varios usuarios de Internet. En otras palabras, puede haber
varios mensajes superpuestos en una señal.
Y así como varios mensajes se pueden transmitir a través
de un alambre, también puede haber varios mensajes, o estratos de información, en una secuencia de ADN. Por supuesto, la
evolución no se esperaba tal nivel de inteligencia. De ahí la sorpresa, cuando se
descubrió que muchos genes están superpuestos en el ADN. En los últimos años se
ha encontrado ADN que contiene varias capas de información.
¿Podría ser que haya otro estrato de información que la
célula utilice para crear nuevos genes? Parece que sí, y tal vez sea por esto
que nos encontremos con genes de novo como el T-urf13. Pero debido a que la
evolución rechaza dogmáticamente cualquier posibilidad de diseño, no deja
abierta la posibilidad de que las secuencias de ADN no codificantes de proteína
lleven un estrato de información codificante de proteína planificado de
antemano.
En lugar de eso, la información codificadora de dicha
proteína debe existir solo gracias al puro azar. Y cuando se producen
reordenamientos aleatorios, y una completa secuencia de proteína simplemente
viene a la existencia, entonces es cuando se les considera genes de novo. Una
proteína sofisticada como la URF13 puede parecer que ha sido diseñada, pero tal
apariencia debe ser engañosa. Este tipo de eventos deben ocurrir por
casualidad, no por diseño.
¿Y cuáles son las probabilidades de que esto ocurra? El
genoma mitocondrial del maíz es de aproximadamente medio millón de pares de
bases de longitud. Eso es suficiente como para contener cerca de 2.000 genes del
tamaño del T-urf13. Este número puede aumentarse si se considera a los seis marcos
de lectura diferentes del ADN, y reducirse teniendo en cuenta el hecho de que
sólo una parte del genoma mitocondrial de maíz está disponible. También puede
aumentarse si se permite cierta superposición entre los genes ocultos.
Seamos conservadores y digamos que hay un espacio para
100.000 de estos genes en el genoma mitocondrial del maíz. No obstante esto es
siete órdenes de magnitud menor que el millón de millones de secuencias
necesarias para sostener cualquier esperanza de obtener un gen funcional, como
se ha observado en un experimento. E incluso esa estimación es conservadora ya
que sólo considera una función menor: la de unión al ATP.
En contraste, la proteína URF13 es una máquina mucho más
compleja y hábilmente diseñada. Está diseñada de tal manera que varias copias
encajan entre sí para formar una maquinaria proteica. Y tal máquina se ajusta
en la membrana interna mitocondrial, un entorno muy complejo. Y la máquina
proporciona un canal que permite que sólo ciertos tipos de productos químicos
pasen a través de la membrana. ¿Y mencioné que el canal está cerrado, y que
tiene un “interruptor” molecular para abrir la “puerta”?
El diseño de la proteína URF13 empequeñece a la evaluada
función experimental de unión al ATP. Y sin embargo, incluso en ese caso,
simple, y con supuestos conservadores, encontramos que las probabilidades de que
el gen T-urf13 surja a través de la evolución ciega es de uno cada diez
millones (es decir, 1 en 10 millones). El número real, sin duda, tiene muchos
más ceros.
Esta es la historia de las probabilidades evolutivas. Una
y otra vez nos encontramos con muchos ceros. Diseño tras diseño, y especie tras
otra, la evolución dará una explicación basada en eventos improbables para
crear este tipo de maravillas. Los evolucionistas ahora contemplan la idea de
la existencia de un multiverso—un universo mayor que contiene un número
incalculable de universos invisibles trabajando duro a través de los siglos—con
el fin de vencer las probabilidades. De seguro, estos diseños nunca aparecerían
si sólo hubiera habido un universo, ¿pero que si hay una infinidad de universos?
Seguramente uno de ellos hubiera tenido suerte.
Los evolucionistas no se preocupan de que su historia sea
poco probable. Insisten en que los genes de novo deben, de una manera u otra, ser simplemente
el resultado de procesos no guiados. Este es un buen ejemplo de lo absurdo de
la evolución. Al igual que un robot que choca contra la pared pero que a pesar
de ello simplemente sigue intentándolo, la evolución no puede ajustarse a los
datos científicos. Esto se debe a que la evolución no es, en el fondo, una
teoría científica. Esta impulsada por el mandato metafísico de que la materia y
el movimiento debe explicarlo todo, sin importar la evidencia. Este mandato
proviene de una larga historia del pensamiento de la ciencia, la filosofía y la
teología.
Un gen de novo:
Improbable y muy Improbable.
Si usted desordena alrededor del 90% de la secuencia de
una proteína—de forma aleatoria reemplazando a cada aminoácido por otro
diferente— ¿La proteína aún podría realizar su trabajo? Eso es lo que los
evolucionistas tratan de demostrar con el fin de dar sentido a su teoría. En el
caso del gen de novo T-urf13, las dos opciones parecen ser (i) un uno en diez
millones para que las secuencias codificadoras de proteína simplemente vengan a
la existencia para su uso o (ii) sólo el 10% de la secuencia de T-urf13
realmente importa y se puede mezclar el resto sin efecto.
Un problema obvio para evolución es que se requiere que
haya grandes bancos de programas biológicos que surgen por su cuenta. Un
ejemplo de esto son los genes codificantes de proteínas. Los evolucionistas
suelen decir que estos no son más que la reutilización de genes codificantes preexistentes.
Por ejemplo, somos capaces de ver en color, porque las fotocélulas en nuestra
retina contienen diferentes proteínas que son sensibles a los diferentes
colores de la luz. ¿Y cómo surgen los genes de estas proteínas diferentes?
Fácil, tome uno de esos genes, duplíquelo y dele unas pocas mutaciones para
modificar la sensibilidad del color. Por supuesto que hay problemas masivos con
esta narrativa y que los evolucionistas no reconocen, pero eso es otra
historia.
Además, está la cuestión ¿de dónde surgió el gen en
primera instancia? Si los nuevos genes provienen de genes preexistentes, ¿entonces
de donde vino el primer gen? Desde David Hume, los evolucionistas han
argumentado en contra de una regresión infinita de causalidad por qué tendrían que
tener un punto de partida. No tienen explicación para tal complejidad
espectacular más allá de la especulación vaga que equivale a "Vea, puf,
sucedió."
Las dos opciones
La secuencia del gen T-urf13 parece provenir de dos
secuencias separadas que ya residen en el genoma mitocondrial. Las dos
secuencias se encuentran dentro y flanqueando a un gen de ARN. En otras
palabras, parece que dos secuencias se reunieron, junto con un segmento corto
no identificado, para formar este nuevo gen.
Pero la historia es más complicada que la simple
reutilización de secuencias codificantes pre-existentes. En virtud de la teoría
de la evolución, las secuencias de ARN y las secuencias de flanco no están
diseñadas para codificar proteínas. La evolución no tiene la capacidad de pre-visión
para incrustar funciones secundarias para uso futuro en la información del ADN.
Por lo tanto, los evolucionistas no pueden decir el gen
T-urf13 surgió de la duplicación de un gen codificante de proteínas. Se podría decir que el T-urf13 es un golpe de suerte— el
ARN y las secuencias de los flancos pasaron a tener propiedades de codificación
de proteínas a pesar de que no fueron diseñadas o utilizadas como tales. Como
lo expliqué anteriormente esto es poco probable, menos de uno en diez millones.
O tal vez los evolucionistas reconocerán de que las
secuencias de ARN y las flanqueantes fueron originalmente no-codificantes de
proteínas, pero las mutaciones las han convertido en una secuencia codificante
de proteínas. El problema aquí es que no encontramos muchas mutaciones en la
obra. Este es un argumento difícil de hacer para los evolucionistas porque hay
muy poca información añadida a la secuencia. Lo que encontramos es un par de
decenas de mutaciones puntuales de unos 340 nucleótidos (aproximadamente el 93%
de los nucleótidos se conservan), junto con varias inserciones y deleciones.
Esta segunda opción es probablemente peor que la primera
opción. Los evolucionistas tendrían que decir que una secuencia que no tiene la
propiedad de codificar una proteína—que no fue diseñada o seleccionada para
dicha información y, por tanto, no es más que una secuencia aleatoria para
cumplir ese rol—puede adquirir esta propiedad mediante el reemplazo de sólo
unos pocos nucleótidos. La proteína resultante tendría sólo un pequeño
porcentaje de los aminoácidos modificados, junto con algunas inserciones y
deleciones.
Una forma de probar esta hipótesis evolutiva sería
introducir mutaciones en estos sitios nucleotídicos del T-urf13 que comparten
similitud con el ARN original y las secuencias de los flancos. En otras
palabras, mezclar la mayor parte del gen T-urf13. Si bien no podemos saberlo a
ciencia cierta, sin duda nuestro conocimiento actual sugiere que el gen resultante
sería un gen basura. No se puede revolver el noventa por ciento de un gen y
razonablemente esperar una proteína
correctamente plegada, funcionando y con una aptitud biológica [fitness]
adecuada.