2013-03-05

Integrando Conceptos: Los Tres Puntos Básicos de la Complejidad Irreductible —William Dembski, Jonathan Wells.



En Darwin´s Black Box, Behe demostró que la complejidad irreductible de ciertas máquinas moleculares proporciona evidencia convincente de diseño real en la biología. Desde su publicación en 1996, el libro de Behe ha sido ampliamente revisado, tanto en la prensa popular como en las publicaciones científicas (1). También ha sido motivo de muchas discusiones en la Internet (2). Por mucho tiempo, los críticos han reconocido que Behe explica sus evidencias sin dar rodeos. También le han reconocido su afirmación de que los ejemplos neo-Darwinianos detallados acerca de cómo surgieron las maquinas proteicas irreduciblemente complejas, brillan por su ausencia en la literatura biológica. No obstante, han objetado a su argumento en base a cuestiones teoréticas y metodológicas. Behe presenta lo que ahora puede ser descripto como un argumento de la complejidad irreductible. Este argumento se propone demostrar que estos sistemas biológicos irreduciblemente complejos se encuentran fuera del alcance del mecanismo evolutivo Darwiniano y que el diseño provee una mejor explicación de estos.

¿Cómo es que el argumento de la complejidad irreductible (ACI, de ahora en más) llega a esta conclusión? Este puede entenderse como uno sustentado por tres puntos básicos: un punto lógico, un punto empírico y finalmente un punto explicativo. Además estos puntos se refuerzan el uno al otro a fin de mostrar que los sistemas irreduciblemente complejos (SIC, de ahora en más) se encuentran más allá del alcance de los mecanismos evolutivos convencionales. El punto lógico es este: Las estructuras complejas irreductibles son demostrablemente inaccesibles a las vías evolutivas directas. Por lo tanto, como ciertas estructuras biológicas son irreduciblemente complejas, estas, a su vez, son inaccesibles a las vías Darwinianas directas. Una vía Darwiniana directa es una en la cual un sistema evoluciona por selección natural perfeccionando una función determinada. A pesar de que el sistema evoluciona, la función no evoluciona sino que sigue siendo la misma.

De esta forma, podemos imaginar que en la evolución del corazón, la función con la cual se inició fue la de una bomba de sangre. En este caso, una vía Darwiniana directa caracteriza a este planteo. Por otro lado, podemos imaginar que en la evolución del corazón su función inicial fue la de dar golpes sonoros estrepitosos para ahuyentar a los depredadores, y fue después que adquirió la función del bombeo de sangre. En este caso, se necesita a una vía Darwiniana indirecta para dar cuenta de esto. Aquí la vía es indirecta porque no solo evolucionan los componentes del sistema sino que también la función cambia. Ahora, planteándola como un punto lógico, el argumento de la complejidad irreductible concierne a la exclusión de las vías evolutivas directas. Esto se hace evidente en la misma definición de complejidad irreductible, en donde el factor “irreductible” es definido estrictamente en base a una función única, designada como la función básica del SIC (una función que no podría existir si todas las partes del núcleo irreductible no estuviesen en su lugar).

En la exclusión de las vías Directas Darwinianas como explicación para los SIC, el ACI esta afirmando que los tales son demostrablemente inaccesibles a las vías directas.  ¿Cómo es que podemos ver que tales sistemas son en efecto inaccesibles a las vías Darwinianas directas? Considere lo que significaría para un SIC evolucionar mediante una de estas vias. En este caso, el sistema debió haberse originado a través de sistemas simples que mejoraron la misma función básica. Pero como el núcleo irreductible de un SIC no puede simplificarse sin que se destruya la función básica, no pueden existir precursores evolutivos con núcleos más simples que realicen la misma función.

Entonces, el único camino que tiene una vía Darwiniana directa para hacer evolucionar a un SIC es hacerlo evolucionar todo de una sola vez y, como consecuencia, a través de un evento vastamente improbable y fortuito. De acuerdo con ello, atribuir complejidad irreductible a una vía Darwiniana directa seróa igual a atribuir el origen del Monte Rushmore al viento y la erosión. Tal vez podría caber dentro de nuestra imaginación el hecho de que el viento y la erosión podrían esculpir al Monte Rushmore, pero no es una posibilidad realista y razonable. La prueba de que los SIC son inaccesibles a las vías Darwinianas directas es, por lo tanto, probabilística. Así, al afirmar que los SIC son demostrablemente inaccesibles a las vías Darwinianas directas, los proponentes del diseño están diciendo que el mecanismo Darwiniano no tiene capacidad intrínseca para producir tales sistemas, excepto a través de eventos vastamente improbables o fortuitos.

De todos modos, los críticos del ACI no buscan salvar al Darwinismo recurriendo a vías Darwinianas directas que aporten en el origen de un SIC, sino que aluden a vías Darwinianas indirectas para explicar su aparición. En las vías Darwinianas indirectas, un sistema no evoluciona por la preservación y perfeccionamiento de una función existente, sino más bien transformando continuamente su función. Mientras que con las vías Darwinianas directas las estructuras evolucionan pero las funciones permanecen estables, con las vías Darwinianas indirectas tanto las estructuras como las funciones (co)evoluciónan.

¿Cómo es que el ACI maneja a la explicación de las vías Darwinianas indirectas? Aquí el punto deja de ser una cuestión lógica y pasa a ser empírica. El hecho es que para los SIC, las vías Darwinianas indirectas son desconocidas. En el mejor de los casos, los biólogos han sido capaces de aislar sub-sistemas que desempeñen otras funciones. Pero cualquier máquina razonablemente compleja siempre incluye dentro de sí misma a sub-sistemas que pueden realizar funciones distintas a la de la máquina completa. De esta manera, la mera ocurrencia o identificación de sub-sistemas que pudieron ejecutar alguna función aparte no es evidencia para afirmar que una vía Darwiniana indirecta produjo al sistema. Lo que se necesita es una descripción Darwiniana sin interrupciones que sea detallada y testeable acerca de cómo los sub-sistemas que experimentaron co-evolución pudieron transformarse gradualmente en un sistema irreduciblemente complejo. Tales descripciones no están disponibles o se encuentran muy incompletas. En efecto, si tales explicaciones hubiesen estado disponibles, los críticos del diseño inteligente solo necesitarían citarlas, y el diseño inteligente sería refutado.

Recapitulando, el ACI construye un punto empírico y otro lógico. El punto lógico es que la complejidad irreductible deja a las estructuras biológicas demostrablemente inaccesibles a las vías Darwinianas directas. El punto empírico se basa en el fracaso penetrante y sistemático de la biología evolutiva en descubrir vías Darwinianas indirectas que produzcan estructuras irreduciblemente complejas, y por consiguiente establece una razón para dudar y aún para descartar a la afirmación de que vías Darwinianas indirectas son la respuesta a la complejidad irreductible. El punto lógico y el empírico constituyen juntos una acusación devastadora al mecanismo Darwiniano, el cual ha sido vendido de forma rutinaria como capaz de solucionar todos los problemas de la complejidad biológica una vez que cierta forma de vida inicial se encuentre puesta en escena. Aún así, juntos, los puntos lógico y empírico no explican el salto desde el fracaso Darwiniano al explicar los SIC, al empleo legítimo del diseño como interpretación de estos.

Aquí es donde el ACI necesita construir un tercer punto clave, a saber, un punto explicativo. Las explicaciones científicas comparecen de diferentes formas y maneras, pero una cosa no puede faltarles: una suficiencia causal. Una explicación científica necesita apelar a poderes causales que sean suficientes para explicar el efecto en cuestión. De lo contrario, el efecto queda sin explicar. El efecto en cuestión es la complejidad irreductible de ciertas máquinas bioquímicas. ¿Cómo es que aparecieron estos sistemas? No por vías Darwinianas directas —la complejidad irreductible las excluye sobre un terreno lógico y matemático. Y tampoco a través de vías Darwinianas indirectas —aquí la ausencia de evidencia científica es muy significativa. Ni siquiera ayudaría apelar a mecanismos materiales desconocidos; en tal caso no solo la evidencia se encuentra completamente ausente, sino que también la teoría de la cual no existe evidencia está ausente.

Por lo tanto, cuando se trata de los SICs, no existe evidencia de que mecanismos materiales sean causalmente suficientes para hacerlos surgir. Pero ¿Qué acerca de la inteligencia? La inteligencia es bien conocida por su habilidad para producir SICs (por ejemplo, los humanos regularmente producen máquinas que exhiben complejidad irreductible). De allí que la inteligencia es causalmente suficiente para conducir hacia una complejidad irreducible. Por consiguiente, el punto explicativo del argumento de la complejidad irreductible es que sobre la base de una suficiencia causal, el diseño inteligente es una mejor explicación científica que el mecanismo Darwiniano a la hora de explicar a la emergencia de los SICs.

Al pronunciar sus puntos lógico y empírico, el ACI asume un rol negativo o critico, identificando las limitaciones del mecanismo Darwiniano. En contraste, al enunciar su punto explicativo, el ACI asume un rol constructivo o positivo, proporcionando causas positivas para pensar que los SICs son, de hecho, diseñados. Probablemente queda una cuestión restante acerca de estos puntos. El punto lógico excluye de la complejidad irreductible a las vías Darwinianas directas y el punto empírico excluye de la complejidad irreductible a las vías Darwinianas indirectas. Pero la ausencia de evidencia empírica de complejidad irreductible es tan completa para las vías Darwinianas directas como para las vías Darwinianas indirectas. Parece ser que el punto lógico se encuentra superpuesto por el empírico y es excedente, ya que el punto empírico actúa sobre los dos tipos de vías Darwinianas. Pero de hecho, el punto lógico refuerza la causa en contra del Darwinismo en una vía que el empírico no lo hace.

Si usted observa a los mejores ejemplos confirmados de evolución en la literatura biológica (desde Darwin al presente), lo que usted encuentra es selección natural mejorando una característica dada y perfeccionando una función dada en una vía determinada. En efecto, la muy repetida noción de “mejoría” (la cual juega un rol central en el Origen de las Especies de Darwin) típicamente connota que algo determinado constantemente está alcanzando un estado tan nuevo como ventajoso. En contraste, una vía Darwiniana indirecta (en donde una función da lugar a otra función), aunque es inferida con frecuencia por los biólogos evolutivos a partir de los datos fósiles o moleculares, es mucho más difícil de probar.

No es muy difícil de entender el por qué: La selección natural, por definición, selecciona a una función existente —en otras palabras, una función que se encuentra ya en el lugar precisado y ayudando al organismo de alguna forma. Por otro lado, la selección natural no puede seleccionar a una función futura —las funciones que no se encuentran ya presentes, o no se encuentran en el lugar requerido ayudando al organismo de algún modo a sobrevivir y reproducirse, son invisibles para la selección natural. Una vez que la función nueva viene a la existencia, el mecanismo Darwiniano puede seleccionarla. Pero durante la transición desde las funciones viejas a las nuevas no existe una función en concreto, a la cual se ajuste el mecanismo Darwiniano. ¿Cómo se evoluciona desde un sistema que exhibe una función seleccionable existente hacia un sistema nuevo que exhibe una nueva función seleccionable? Como la selección natural solo elige a una función existente, no hay ninguna ayuda aquí, y todo el peso se halla sobre la variación aleatoria a la hora de producir las modificaciones correctas y necesarias durante este tiempo de transición crucial, cuando las funciones están cambiando. (O, como Darwin escribió, “a no ser que se den variaciones aprovechables, la selección natural no puede hacer nada.”(3) Aún, la evidencia actual de que las mutaciones aleatorias producen las modificaciones sucesivas que se necesitan para evolucionar hacia una complejidad irreductible es nula.

Al elaborar el punto lógico en el que la complejidad irreductible excluye a las vías Darwinianas directas, el ACI descarta a la forma mejor confirmada de la evolución. En contraste, las vías Darwinianas indirectas están de tal manera abiertas que no hay modo de testearlas científicamente a menos que estén cuidadosamente especificadas —e invariablemente, cuando se trata de SICs, estas son poco específicas, convirtiéndose en no-falseables, ni verificables. Al plantear su punto lógico, el argumento de la complejidad irreductible utiliza a la lógica de tal manera que pueda limitar lo más firme y precisamente posible al mecanismo Darwiniano. No se trata solo de que ciertos sistemas biológicos sean de tal manera complejos que uno no pueda imaginar cómo estos evolucionaron por vías Darwinianas. Más bien, podemos demostrar a modo de conclusión que las vías Darwinianas directas son causalmente inadecuadas para hacerlos surgir y que las vías Darwinianas indirectas, las cuales siempre han sido muy difíciles de substanciar, se encuentran absolutamente fuera del soporte empírico. Recíprocamente, conocemos aquello que tiene el poder causal para producir complejidad irreductible —diseño inteligente.



Autores: William Dembski -Tiene un Ph.D. en filosofía (Universidad de Illions en Chicago) y un Ph.D. en matematica (Universidad de Chicago). Es uno de los principales teóricos del Diseño Inteligente y ha escrito varios libros sobre la temática. Es autor del primer libro del Diseño Inteligente publicado por una editorial universitaria renombrada:The Design Inference: Elimitating Chance Through Small Probabilities. (Cambridge University Press, 1998). Es investigador del Discovery Institute.

Jonathan Wells - Tiene un Ph.D. en biología celular y molecular de la Universidad de California en Berkeley. Actualmente es uno de los principales investigadores del Discovery Institute.


Traductor: Daniel Alonso - Estudia Licenciatura en Ciencias Biológicas en la UNT, Argentina.


De: Dembski, W.; Wells J. (2008) the Design of Life: Discovering Signs of Intelligence in Biological Systems, The Foundation for Thought and Ethics, Dallas, p. 3-5. 


REFERENCIAS:


(1) Por revisiones en la prensa popular vea James Shreeve, “Design for Living,” New York Times, Book Review Section (4 de agosto de 1996): 8; Paul R. Gross, “The Dissent of Man,” Wall Street Journal (30 de Julio de 1996): A12; y Boyce Rensberger, “How Science Responds When Creationists Criticize Evolution,” Washington Post (8 de Enero de 1997): H01. Por revisiones en revistas científicas vea Jerry A. Coyne, “God in the Details,” Nature 383 (19 de Septiembre de 1996): 227-228; Neil Blackstone, “Argumentum Ad Ignorantiam,” Quarterly Review of Biology 72(4) (Diciembre de 1997): 445-447; y Thomas Cavalier-Smith, “The Blind Biochemist,” Trends in Ecology and Evolution 12 (1997): 162-163.


(2) Vea la página de John Catalano titulada como “Behe´s Empty Box”: http://www.world-of-dawkins.com/Catalano/box/behe.htm (última modificación el 19 de Enero de 2007).


(3) Darwin, Origin of Species, 82.



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